TALLER DE EXPRESIÓN Y COMUNICACIÓN GRADO 8° (del 21 al 25 de septiembre)
INSTRUCCIONES GENERALES
Este trabajo está construido bajo la metodología de secuencia didáctica, pues esperamos que cada una de estas guías te permita avanzar y profundizar más en algunos de los conceptos que ya hemos venido trabajando. Recuerda que esta guía no es para desarrollarla en un día, sino en cinco, de lunes a viernes, en el horario de 12:00 a 6:00 p.m.
Se pide a los padres de familia y cuidadores de los estudiantes, realizar apoyo y acompañamiento permanente con paciencia y amor.
“QUERIDOS ESTUDIANTES, BIENVENIDOS A ESTE ESPACIO DE APRENDIZAJE”
Durante el desarrollo de la guía vas a leer, comprender, investigar y construir.
Lo primero que debes hacer es leer con mucha atención el texto.
Propósitos: Evidenciar en tiempos de confinamiento la unidad familiar en torno a las diferentes actividades que pueden entrar a desarrollarse en las áreas de artística, educación física, Castellano e Inglés, tecnología y media técnica de manera transversal; buscando con esto generar en el estudiante una comprensión frente a la unidad académica a través del conocimiento impartido en las áreas anteriormente mencionadas y generando también mayor estabilidad emocional en nuestra comunidad educativa a la hora de asumir con responsabilidad la entrega de dichas actividades. “Porque menos, es más”.
PRIMER MOMENTO: LEO
Tema: Lectura de la novela Sabotaje
A continuación encontrarás desde el capítulo 3 hasta el capítulo 8, donde las actividades serán desarrolladas en base al capítulo 3.
Capítulo 4:
Estoy sentado en mi puesto, tratando de entender la enredada clase de cálculo diferencial, cuando salta el parlante: el agudo y molesto sonido del feedback, con la voz del coordinador académico. Saluda y anuncia la llegada del ejército. De un tirón nos levantamos de las sillas y armamos un despelote. El profesor Jaime tira con rabia el pedazo de tiza y comienza a borrar el tablero a los tirones. A nosotros nos encanta perder clase y al profesor Jaime le encanta demostrar su rabia cuando esto sucede. Son las 7:45 de la mañana. El cielo está limpio, el aire frío y un sol reluciente se levanta por encima del cerro, dándonos directamente en los ojos. Los cuarenta alumnos de Once-A bajamos las escalas gastando bromas, hablando duro y entorpeciendo las otras clases en los otros salones. Me soplo las manos para intentar coger calor. En el amplio hall del colegio nos encontramos con los grupos de Once-B y Once-C y armamos una gallada de ciento veinte desatinados. En el parqueadero hay a un sujeto de bata blanca, acompañado por varios soldados con planillas. Al lado, un par de motos y cuatro soldados armados con fusiles. Todos tienen brazaletes blancos y negros de la PM. Carajo. ¿Y si me llevan? Esperemos. Descubro en el flaco Monsalve una mirada entre envidiosa y violenta, como si los soldados fueran sus más anhelados ídolos, o sus peores enemigos. En Belén-Aguas-Frías, el barrio donde vive, las patrullas de la policía son recibidas por los francotiradores y milicianos a punta de bala desde las terrazas. En la cancha del coliseo hacemos fila para entrar en el camerino. Primero vamos nosotros: Once-A. El propósito de esta delegación militar es hacernos un examen médico y decidir quiénes están en condiciones físicas para prestar el servicio militar obligatorio. También sabemos que el doctor nos calibrará los huevos y buscará pruebas de una enfermedad llamada varicocele: una hinchazón de las venas de los testículos. Quien la sufre se salva de ir al ejército. Entonces abren la puerta del camerino. El recinto es cerrado y forrado de baldosines blancos como una sauna. Descubro un concentrado olor a cloro. La nariz me pica y me obliga a parpadear. Me rasco la cara. Seis años en el colegio y es la primera vez que entro al camerino. Un soldado me indica con malicia que debo seguir hasta el fondo. Al frente están los soldados con planillas y no dejan de reír. No entiendo cuál es el jodido chiste. Un soldado cierra la puerta y el eco del coliseo se apaga. Adentro el silencio es total. Estamos callados y nerviosos en la fila. Me siento encerrado en una morgue, con lámparas que iluminan cada baldosa del recinto. No me gusta la bata blanca del médico: parece un torturador. El doctor viene directo a mi punta y, carajo, voy a ser el primero del grupo. El taconeo de sus zapatillas se amplifica por el recinto cerrado. Solo falta que la ansiedad me apriete el abdomen y me den ganas de cagar, como siempre me pasa cuando estoy así. El doctor cubre sus manos con guantes de látex. Se planta al frente y me mira como si yo fuera un pedazo de trapo.
―Nombre.
―Julián Cartagena ―contesto.
Uno de los soldados verifica en la lista de su planilla. Okey, presente el bachiller, marca de verificación y el doctor me obliga a sacar la lengua. Pide que alce los brazos, me arrodille, voltee y me agache. Sus indicaciones son absurdas.
―Bájese los pantaloncillos ―dice.
Capítulo 5:
Los nervios me tienen agarrotado. Parpadeo un segundo y el doctor me mira con impaciencia. Me bajo de un tirón el bluyín y el pantaloncillo. El frío trepa por las piernas y el culo se me congela. No tengo por qué pero me siento dominado y ofendido. Tengo el pene remangado. El doctor se agacha y su nariz olfatea mi alma. Miro de reojo. Mis amigos están pálidos. Ninguno se atreve agachar la cabeza para espiarme. Menos mal. Tengo el pene remangado como un ratoncillo en su madriguera. El médico aprieta un huevo: ¿Duele? No. ¿Y por acá? Tampoco. Muy bien, dice y se levanta, usted será buen soldado. Me subo los pantalones y siento el confort de mi pantaloncillo caliente. Recuerdo una clase de filosofía con el profesor Carlos: “El ejército es parte del Estado, y como decía Max Weber, tiene la facultad de aprovechar el monopolio de la fuerza. También tiene que defenderlo cuando se está violando su soberanía. El ejército garantiza el orden, el establishment”. Encerrado en el camerino, pienso que estoy a un paso de ser una parte del Estado. Frank Echeverri no tiene que bajarse los pantalones. En cambio extiende unas radiografías con las que prueba que su brazo es un pedazo de metal. El médico pide al soldado asistente que tome nota y Frank se salva del servicio militar. Frank está satisfecho y feliz. Pero mis amigos Espitia y Mazzo resultan “aptos”. Por fin salimos del camerino y nos sentamos en las gradas más altas del coliseo, cerca de los parqueaderos. Alejandro Galvis está prácticamente ciego. Para contrarrestar su ceguera usa unos horripilantes lentes culo de botella que le achican los ojos. Tampoco tuvo que bajarse los pantalones.
Miro con envidia, y siento incluso rabia, cuando presencio la actitud relajada y ganadora de Frank y de Alejandro. Ahora pueden respirar tranquilos, con la cabeza por fuera del pantano. Comenzarán una carrera universitaria, estudiarán lo que realmente les interesa, comenzarán a construir lo que han deseado, verán la funcionalidad de los test de desarrollo vocacional, esos que llenamos en el colegio con la esperanza de encontrar una ruta por donde seguir, una señal que nos indicara la ruta y nos sacara del desubique tan tremendo en el que estamos, sin saber qué hacer con nuestra vida, sin saber qué escoger de profesión, sin poder imaginarnos un futuro. Ahora ellos podrán seguir esa señal del destino. Ahora podrán estudiar, trabajar y se largarán de la casa. Comenzaran a vivir su vida y dejarán las imposiciones de los papás.
Los resultados de los exámenes son concluyentes y dividen a nuestro grupo en dos: “aptos y no aptos”. Los “aptos” tendremos que seguir aguantando la respiración bajo el agua y asistir a la siguiente cita: el sorteo. A mi lado está Espitia, uno de los “aptos”. El hombre está pasmado y se coge la cabeza:
―¡Hijueputa, no lo puedo creer!
Abajo, en la fila de la cancha del coliseo del colegio, vemos al flaco Monsalve, el miliciano de Belén-Aguas-Frías extrañamente callado y esperando al pie de la puerta del camerino. De todo corazón espero que tenga buena salud, quede apto y venga a calmar nuestros miedos. El ejército también entrena a los bandidos de los barrios. El gordo Quico se salvó por ser hijo único. El hombre me mira y se ríe.
―Tuvo varios años para envenenar a su hermanito ―me dice. Aburrido, doy un vistazo atrás y veo a la PM motorizada. Los rayos de sol caen sobre sus cascos negros y relucientes. Uno de ellos sostiene una cusca de cigarrillo y se deshace de ella con un lance potente y directo contra la acera. Escupe un gargajo y lo refriega con la bota como un veterano. Ahora estoy en ojo del huracán, In the army now, Soldado mutilado, I want it painted black, tendré un fusil, tal vez alguien me dispare y me reviente los riñones. Por la tarde tomo el teléfono y llamo a Juliana para buscar consuelo.
Capítulo 6:
Cuando le cuento a Juliana lo que pasó hoy en el colegio y el examen médico y que estoy a un tris de irme para el ejército, me dice que nos veamos en su casa para que estudiemos juntos. Me habla con ese tonito, para que entienda lo que realmente vamos a hacer. Si irme para el ejército es el precio que tengo que pagar para revolcarme con Juliana, con gusto lo pago. Estoy puntual en nuestra cita, en la estación Metro de La Floresta, y ella no ha llegado. Vuelvo a mirar la calle arborizada a ambos lados por donde debe bajar en unos minutos. Repaso algunos temas para no quedarme callado como un idiota, ahora cuando venga. Pensar en lo que posiblemente haremos me destroza los nervios. La ansiedad me aprieta el vientre y ― ¡solo esto me faltaba!― me dan ganas de cagar. Camino de un lado a otro, añorando un baño. Miro arriba de la calle. Abajo. A un lado. Si no llega en tres minutos me largo. Así que vuelvo a sentarme en la banca. Miro el reloj y me convenzo de que no llegó. Me conforto sabiendo que Juliana me dejó plantado. Pienso en esto y, contradictoriamente, me siento tranquilo y mis intestinos se relajan. Bueno, me voy. Hasta luego, en otra oportunidad será. Me levanto de la banca aliviado, listo para irme, cuando la veo bajar por la calle. Me dejo caer en la banca y trato de aparentar seguridad. Me pica la garganta. Qué putada, siempre llegó. Juliana viene agitando un llavero. Los bluyines pegados, la camiseta blanca, las chancletas y el cabello suelto casi hasta la cintura. Verla tan mamacita me altera más. Así, con la cara blanquita y la ropa casual: parece que hubiera salido a comprar una bolsa de leche. Me levanto y las piernas me tiemblan. Juliana me abraza y me estampa un pico en el cachete.
―¡Ay! Me demoré mucho, cierto.
―No, nada, relax ―y siento que las palabras me rastrillan la garganta.
Salimos caminando y me coge la mano. Su tranquilidad me desconcierta. ¿Acaso ya olvidó nuestro plan?
―¡Uy, cómo estás de frío! ―dice.
―Noooo… ¡Qué va! Lo que pasa es que vos estás muy caliente. Hago conciencia de su mano. Me gusta su calidez y la suave presión de sus dedos. Había repasado varios temas, pero ahora no los recuerdo. Quedo mudo. No sé qué decir. Caminamos por una calle solitaria y arborizada del barrio La Floresta. A ella parece no incomodarle que yo no diga nada. Eso me alivia, porque no hay nada más agotador que evitar el silencio. Es un día soleado y los árboles nos hacen sombra. Llevo mi morral en la espalda y Juliana sacude el llavero y su risa restablece completamente mi confianza. Nos detenemos al frente de su casa: una edificación de tres plantas y dos balcones con materas y palmas. Juliana abre primero la reja del antejardín y luego la puerta de madera. Nos vamos a la cocina. Servimos un par de vasos de agua con hielo y subimos al estudio. De un momento a otro estamos besándonos. Mis manos van de nuevo a sus tetas. Juliana tiene los cachetes colorados. Se levanta, me agarra de la mano y me arrastra fuera del estudio por las escalas del tercer piso. Su cabello largo y su culo forrado en bluyín me marcan el camino. Los ojos me palpitan y me rasca la nariz. Doy un traspié en la escala y me voy de narices. Juliana gira, se corre el pelo de la cara y me sonríe. Tan mamacita, y yo con este aturdimiento. Su cuarto está pintado de rosa pastel. Hay una foto suya sobre la mesa de noche: tiene tres o cuatro años. Gordita, cachetona y sentada en la tasa del baño, con plena sonrisa a la cámara y unas gafas de sol Ray-Ban. Desde atrás Juliana me corre de una mano, me tumba sobre la cama y me picotea con violencia. Sus besos me saben a plástico, como si acabara de conocerla. Se quita la camisa, se desabrocha el brasier. Con afán le ayudo a desabotonarse el bluyín. Sus chanclas caen al piso y monta los pies en la cama. Mientras le doy muchos besos, voy tocando las tetas blanditas, las costillas, la cintura; aprieto su culo. Ahora sí, carajo. Su cuerpo es delicioso. Entiendo el sentido de mi vida. La razón de la existencia. El motivo de venir a este mundo y cumplir con el mandato biológico de la procreación.
Sus pezones están frescos. Antes eran blandos y ahora están arrugados y endurecidos. Deslizo la mano entre las tangas. Su calidez me desespera y la beso con violencia. Resbalo el dedo medio entre las dos carnitas de su cuca y tensiona la espalda. Me muerde la boca. Ahora con las dos manos halo su bluyín y empina la nalga. De una sacudida, le bajo los pantalones y las tangas a la altura de los muslos. Me pongo encima y ya se lo voy a meter, pero ella no puede abrir las piernas con el jean apretando en las rodillas. Carajo, me levanto y saco una pierna del pantalón, una sola, y la otra queda enfundada. Juliana separa las rodillas y veo el paisaje de la tierra prometida, el nuevo continente, la selva amazónica, el Triángulo negro de las islas Bermudas, ese triángulo fascinante por donde voy a desaparecer, allí donde voy a quedar extraviado y loco. En ese momento nos llega un chasquido metálico: el sonido de toda llave girando sobre la cerradura. Juliana abre los ojos aterrados y me empuja contra el cabezal de la cama.
Capítulo 7:
Doscientas cincuenta y una, doscientas cincuenta y dos, doscientas cincuenta y tres. Bedoya y yo sostenemos las manos en la cabeza y hacemos flexiones de pierna. La noche es fría, pero nos suda la frente y las piernas. El sargento Chincá se ríe con los centinelas que asoman las cabezas por las garitas. A medida que subimos y bajamos contamos la serie: doscientas cincuenta y cuatro, doscientas cincuenta y cinco. Por el radio suena: “son las once y veinte de la noche, once y veinte, porque Radio Reloj está en todas partes”. Bedoya y yo vamos por la segunda firma del sargento Chincá. El hombre sabe que no estamos allí precisamente por ser los mejores reclutas. Al finalizar la madrugada debemos presentarle a mi Capitán Salgado una hoja con siete horas y siete firmas. Mi capitán Salgado confía en que Chincá no firmará así porque sí. Tenemos que pagarle con volteo. Son las once de la noche y vamos por la segunda firma bufando como caballos y maldiciendo mentalmente. Doscientas cincuenta y seis, doscientas cincuenta y siete, doscientas cincuenta y ocho. Hace un rato pagamos su primera firma. Cuando terminamos, arrastramos los pasos hasta el tercer piso del alojamiento. Bedoya está colorado y ese lunar que tiene entre las cejas parece que va a explotar. Entramos por el pasillo de catres y caímos como plastas sobre el colchón. Nos dejamos las botas puestas y esperamos a las 11 de la noche. El tema de Damato me sigue dando vueltas en la cabeza. El dragoneante Correa dijo que Damato estaba preguntando por mí, y eso me tiene cabreado. Pero no quiero decirle nada a Bedoya. La verdad, no quiero joderle más la noche con esta belleza de castigo. Seguimos bajando y subiendo con las manos en la cabeza. Todo es una putada. Una grandísima putada. Cuando por fin cumplimos el castigo de las quinientas flexiones de pierna, el sargento Chincá firma satisfecho en nuestras hojas y nos mira con sus malditos ojos de sargento.
―Los espero a las doce. De nuevo el tema en mi cabeza: You’re in the army now.
Capítulo 8:
Alguien llega tres pisos abajo, y nos detenemos de golpe. Es la puerta del jardín. Juliana cierra las piernas, me empuja con rabia, se levanta de un tirón y se trepa las tangas por los muslos. No sé qué hacer: encerrarme en el clóset o tirarme por la ventana dos pisos abajo. Juliana se revuelve en la colcha, buscando el bendito brasier detrás de la cama.
―¿Por qué no te subís los pantalones? ―dice ofuscada.
Claro, los pantalones.
―Y bajás al estudio ¿no? ―y me mira con odio. Claro, el estudio. Bajo las escalas, encorvado, tratando de no hacer ruido y maldiciendo una potente erección que entorpece mi descenso.
―¡Juliana! ―llaman desde el primer piso. Mierda. Es el papá.
―¡Juliana! ¿Estás en la casa?
Termino las escalas como puedo, me siento en el escritorio y tengo tiempo de abrir un libro. Leo una frase en nuestro manual de química. Los ojos me saltan. Tengo los oídos tapados. Tomo aire, aguanto la respiración. De esa manera, me han dicho, se reduce el ritmo cardiaco. El papá asoma la cabeza por el marco de la puerta. Levanta una ceja con suspicacia y me pregunta por su hija. Sentado y protegiendo mi reducida lanza de guerra con la mesa, contesto que Juliana está en el baño. El papá arruga la cara sin entender. Sigue detenido en la puerta y sacude con impaciencia las llaves de la casa. El señor viste de traje, saco negro y corbata naranja pastel. Muy organizado el señor, como para propinarle una decente paliza al mugroso que se revuelca con su hija.
―¿Y por qué nadie me contesta?
―Sí… ―y afirmo con la cabeza―, sí señor.
―¡Sí, por supuesto! ―contesta perforándome los ojos―. ¡Pero dígame pues!
―¿Cómo dijo? El señor me clava los ojos con el miligramo de paciencia que le resta.
―Lo que le pregunto es ¡¿por qué nadie me contesta?!
―Pues porque… Porque estamos estudiando mucho…, el examen de química es mañana. Dejo de mirarlo a los ojos y le miro las cejas porque lo importante es mantener la barbilla en alto y no bajar la cabeza. Cualquier señal equivocada que deje escapar y estoy jodido. El papá toma aire para recuperarse y sube al tercer piso. Ojalá Juliana ya haya encontrado su puto brasier. Desde el estudio escucho el regaño. Me provoca agarrar el morral, bajar corriendo las escalas y desaparecer tras la puerta de la calle. Juliana baja al estudio con los brazos cruzados. Tiene los ojos encharcados y la boca colorada. Sin atreverse a levantar la cabeza, pide que me vaya de la casa. Su papá no aparece por ninguna parte. Y menos mal. Recojo la maleta y la cuelgo de un hombro. Cuando voy a darle un beso de despedida, Juliana me esquiva con brusquedad y me deja pasar.
ACTIVIDAD CAPÍTULO 3
En esta segunda parte vas a encontrar uno de los capítulos del libro Sabotaje, que fue seleccionado para animarte a la lectura completa del libro, que se irá realizando en las siguientes guías. Para esta guía de aprendizaje vamos a presentarte el capítulo 3 del libro, el cual debes leer y realizar una intertextualidad con la canción “Morir con las botas puestas” Recuerda que el libro “Sabotaje” es la historia de Julián Cartagena; novela colombiana que habla sobre el pago del servicio militar obligatorio. En Colombia hay muchas historias del conflicto, pero contadas desde el foco del periodismo, el testimonio, la reportería, pero no desde la ficción.
Esta historia rompe esa tradición: habla de la Policía Militar, del entrenamiento en la guerra urbana, del amoldamiento psicológico que sufren los soldados”, así explica Andrés Delgado su novela “Sabotaje”, que lo hizo ganador de una Beca de Creación Artística de Medellín.
Lee con atención:
(…)
Capítulo 3:
Apagan los bombillos y el recinto queda en silencio. Las luces blancas del patio interno se filtran por los marcos corroídos de las ventanas y alumbran los rodapiés de los camarotes. A lo largo del alojamiento hay catres y catres con cuatrocientos reclutas. La compañía D duerme en pantaloncillos y cobija. Todos, menos Bedoya y yo, que nos acostamos con el uniforme y el quepis en la cabeza, pues tenemos que cumplir con el castigo que mi capitán Salgado nos dejó en la tarde. No voy a Morir con las botas puestas, como el tema de Ángeles del infierno, pero voy a dormir con ellas, como el pésimo recluta que soy. Somos los últimos, los peores soldados del segundo pelotón. Bedoya duerme en el primer piso de este mismo camarote. Miro el techo oscuro del alojamiento, esperando a que en cualquier momento vengan por nosotros.
Muy pronto iremos al polígono y podré disparar mi fusil. Cuando tenga oportunidad me tomaré una foto con la metralleta M-60 y la guardaré para Juliana. Julianita, mamacita. Recuerdo su alegría escuchando a Janis Joplin y su adicción por los novelones venezolanos. Tan linda cuando escuchaba los temas de AC/DC, de Black Sabbath, de Kraken… Tan bonita que no se desvela por pintarse las uñas ni por teñirse el pelo. Ni justifica su gusto por las hamburguesas más grasosas en la Avenida La Playa. Me acuerdo esa vez que me dijo que no soñaba con ser comunicadora social, ni administradora, ni abogada. Me dijo que le gustaría estudiar sociología en la Universidad de Antioquia… Y menos mal no le gusta bailar vallenatos… Aunque una noche me dijo: “Ay, qué rico sería bailar salsa” y yo me le hice el care-pendejo porque de baile apenas alcanzo para las baladas de Def Leppard. Esa Juliana, tan cursi, se sabe de memoria toneladas de canciones de Silvio Rodríguez, ese guitarrero cubano medio marica cantando “Mi unicornio azul ayer se me perdió”. Yo no sé cómo hace. A veces, sin beberse un solo vodka, puede llegar a las lágrimas con las canciones de Sui Géneris, ese patético grupo de rock argentino. Claro que había que verla cantando y bailando sus cancioncitas. Y moviendo ese culo. Ese culo blanco, y esas tetas, jueputa, y esos besos tan ricos que me daba. Lo delicioso de tocarle la cintura y el ombligo. Carajo, me restriego la cara bien duro. Lo mejor es ir al baño a echar una meada. Cuando salto desde el catre, y en la oscuridad del alojamiento, confirmo que Bedoya sigue dormido.
Ahora camino por el pasillo entre los rodapiés de los camarotes. Más adelante veo que el dragoneante Correa tiene la cabeza arriba y los ojos muy abiertos.
― ¿Para dónde va? ―me susurra.
A vos qué te importa, pendejo, le digo con la mirada. El hombre se levanta y me sigue por el pasillo oscuro. Mientras voy de camuflado y botas, el dragoneante Correa camina descalzo, en pantaloneta y sin camisa. Saludamos al centinela entre las sombras y seguimos de largo.
Me detengo en el orinal y descanso la vejiga. Hace frío y el recinto está a media luz. A lo largo hay un pozo enchapado de baldosines blancos, como el camerino del colegio. El dragoneante Correa se queda en el pasillo y cuando salgo de nuevo está exhalando una bocanada de un cigarrillo. Parece un preso de la cárcel Bellavista, descalzo y sin camisa, fumando en la penumbra. Me ofrece el tabaco y lo acepto de mala gana.
―Ojo ―me dice―, por ahí está Damato preguntando por vos.
Le echo un vistazo rabioso entre el humo y las sombras. Quiero cogerlo a puños. Pero en vez de ello trato de convencerlo de que Damato ya no me preocupa. Damato ya no me importa. Vuelvo de mala gana a mi catre y Bedoya, mi compañero, sigue durmiendo con la cobija encima y las botas por fuera de la cama.
A continuación, te presentamos la letra de la canción “Morir con las botas puestas”, del Artísta ToteKing que también la puedes escuchar en: https://music.youtube.com/watch?v=bglcHe_g5bk&list=RDAMVMbglcHe_g5bk
SEGUNDO MOMENTO: INTERPRETO
Ahora, da cuenta de la comprensión del texto:
Como pueden ver en el capítulo 3, aparecen unas palabras en negrilla y subrayadas, con dichas palabras por favor construir una historia de como mínimo una página; le deberás colocar un título, donde la esencia de dicha historia, sea completamente diferente a la expresada en el libro “Sabotaje”
1. Las palabras son las siguientes:
● Bombillos
● Marcos
● Castigo
● Techo oscuro
● Oportunidad
● Foto
● Adicción
● Bailar
● Salsa
● Lágrimas
● Patético
● Delicioso
● Ojos abiertos
● Susurra
● pozo
● Baldosines blancos
● Cigarrillo
● Catre
2. En una frase, sintetiza (resume), la esencia del capítulo 3 del libro “Sabotaje”.
TERCER MOMENTO: PRÁCTICO
Parte 1: LENGUA CASTELLANA
Realiza una interpretación de manera escrita de la vida hoy, a partir del tema musical de nombre, “Morir con las botas puestas” de ToteKing, teniendo en cuenta los siguientes conceptos:
● Política
● Religión
● Amor
● Futuro
● Educación
Dicho escrito debe de ser como mínimo de una página, sin dejar renglón, donde deben dejar fluir toda su inspiración, y recuerden también aplicar a manera de estrofa poderlos versar…La canción “Morir con las botas puestas” es pura creatividad, donde se ve claramente una intencionalidad. La de hablar o rapear al estilo verso poder lograr, y de tal manera en esta actividad poder aplicar.
Parte 2: ARTÍSTICA
De manera creativa, y siguiendo el estilo de la canción, estén muy atentos con la actividad que viene a continuación.
● Diseñar un tribal de manera creativa todos deberán, donde solo el color negro deberán aplicar. Tener en cuenta para dicho diseño la letra de la canción, donde claramente sus tonos servirán como fuente de inspiración.
● Una hoja de block tendrás que usar, y márgenes y rótulo deberás trazar. Margen de 1.5cm como siempre has de hacer, y el rótulo de 1cm con los datos básicos debes poner. (nombres y apellidos, tema y grupo).
Esquema Gráfico, TRIBALES
Parte 3: INGLÉS
1. Write the name according to the picture:
Europe-Shakira-PinkFloyd-Kraken-TheBeatles-Juanes-AC/DC-Tupac-Chocquibtown-The Rolling Stones
2. Read and choose the best option:
Helen is an eleven-year old girl living in Boston. She adores music. She loves classical music, pop music, jazz, country music, operas and what not. She thinks that she can’t live without music. She has got a lot of CDs and listens to the music every day. She also learns to play the guitar and goes to the private teacher three times a week to play well. She learns to play folk music.
1. What kind of music Helen learns to play? ______3 times a week
2. What instrument does she learn to play? ______ Boston
3. How often does she listen to music? ______ guitar
4. How old is Helen? ______ Folk Music?
5. How often does she go to her guitar lessons? ______ 11
6. Where does she live? ______ every day
3. Answer the questions:
● Do you like music? _____________
● What kind of music do you like? ________________________________
● What kind of music do you dislike? ______________________________
● Do you play any instruments? __________________________________
● What instruments do you play? _________________________________
● Who is your favorite singer or band? ____________________________
● What is your favorite song? _________________________________
Guys, hi.
I hope you´re well.
Tenemos las actividades de Inglés, las cuales son muy fáciles, aquí daremos algunas indicaciones.
Ten presente que se sacarán varias notas, no olvides realizar el último momento que es la autoevaluación.
A Julián, el protagonista de “Sabotaje”, le gusta muchísimo la música, especialmente el rock y el punk.
● En este primer punto debes realizar el match, escoge la banda o el cantante de acuerdo a la imagen, en la raya debes escribir el nombre correcto, allí están las opciones, ten en cuenta que pueden sobrar algunos nombres.
● En el siguiente punto realizamos otro match, pero teniendo en cuenta la lectura- debes estar muy atento, pues se tienen las preguntas con sus respectivas respuestas.
● Y en el último punto, debes responder las preguntas de acuerdo a tus intereses, recuerda que las respuestas van en inglés.
● No olvidemos el último momento que es la autoevaluación. También es muy importante ser honestos con nuestras respuestas y la nota que nos demos en cada ítem. Recuerda, utilizar a tu amigo El Diccionario.
Parte 4: EDUCACIÓN FÍSICA
La cometa, también llamada papalote, es el nombre que recibe un juguete que desarrolla una actividad físico-deportiva de orientación fundamentalmente recreativa.
Es un artefacto volador más pesado que el aire (aerodino), que vuela gracias a la fuerza del viento y a uno o varios hilos que la mantienen desde tierra en su postura correcta de vuelo. Es un juego tradicional, habitualmente orientado a los niños, pero también se realizan competiciones de cometas en las que participan personas de todas las edades.
El vuelo de cometas es un arte y a la vez una actividad deportiva, de ocio y un desafío. Aunque es un deporte individual habitualmente se practica en grupo, lo que promueve el intercambio de trucos y técnicas entre los participantes.
Actividad:
- ¿Por qué cuando elevamos una cometa estamos haciendo ejercicio?
- ¿Por qué crees que elevar cometas se considera un ejercicio recreativo?
- ¿Crees que al volar una cometa ejercitas tu cuerpo? Explica tu respuesta.
- ¿Cuáles músculos de tu cuerpo se ejercitan más al elevar cometas y por qué?
- Realiza un dibujo en donde se evidencie la parte del cuerpo que más se ejercita al elevar cometas.
¡RECUERDA!
● Es importantísimo que cuando envíen alguna actividad, la manden con sus nombres, apellidos completos y el grupo al que pertenecen.
● Si la actividad es para varias áreas a la vez, dicho trabajo se les debe enviar a todos los profesores que compete dicha actividad. (solo si trabajaste de manera virtual)
● Enviar las actividades en horas laborales, o sea, de lunes a viernes de 12 a 6pm (solo si trabajaste de manera virtual)
● Cualquier duda o inquietud que se tenga frente a cualquier actividad, será resuelta durante las asesorías, de tal manera que no se saturen los chat en horarios fuera de las asesorías; (por favor tener en cuenta el horario que se les asignen para dichas asesorías).
● Guardar de forma ordenada en una carpeta, las tareas y productos de esta guía, para llevarlas a clase solo cuando regresemos a la institución.
”Si siguen dichas indicaciones el trabajo será no solo más fácil de hacer, si no también de enviar y a su vez será menos complicado para nosotros los docentes descargarlos y calificarlos para subir la nota al sistema”.
CUARTO MOMENTO: RÚBRICA DE EVALUACIÓN
- Producto a entregar: La solución de las preguntas y actividades que se plantean en el documento.
- Tiempo de entrega: 25 de septiembre.
- Medio de entrega: enviar a los profesores Doris Pineda, Juan Carlos Arciria, J.Dairon Moreno y Juan Barrios; sea al correo o al WhatsApp.
● Juan Carlos Arciria Tirado: Whatsapp 3152786307 / Correo: jclenguacastellana@gmail.com
● Doris Marlley Pineda Zapata: Whatsapp 3003941017 / Correo: dorismpziejhb@gmail.com
● John Dairon Moreno Hoyos: Whatsapp 3146053492 / Correo: john.morenohoyos@medellin.edu.co
● Juan Jesús Barrios Aguirre: Whatsapp 3175634785 / Correo: clases.juanbarrios@gmail.com
ME AUTO EVALÚO
Luego de desarrollar la guía de aprendizaje, vas a realizar una auto evaluación valorando tu desempeño en cada una de las actividades desarrolladas. ¡Recuerda que debes ser muy sincero!
NOTA: Cuando tengan el documento desarrollado, recuerden que envío a la maestra o maestro, al finalizar la semana, debe de ser en su totalidad, incluyendo el cuadro de ME AUTO EVALÚO.
¡RECUERDA! guardo de forma ordenada en una carpeta, las tareas y productos de esta guía para llevarlas a clase solo cuando regresemos a la institución.
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